14 de marzo de 2018

La misteriosa mujer del camino (1835)


Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Béjar en Madrid

      Sabido es que la presencia de figuras femeninas en la documentación de otros tiempos es meramente testimonial y difícil de encontrar, más allá de damas pertenecientes a la nobleza (veáse duquesas de Béjar en la documentación local) o a la Iglesia. Debemos recurrir a expedientes legales para toparnos con mujeres en particiones de herencias, tutorías por minorías de edad o casos delictivos, entre otros. 


Foto extraída de aquí

Y si el trato hacia las mujeres y su relevancia social se reducen a un soplo en los testimonios escritos del pasado no digamos en lo referente a personas con enfermedades de tipo psicológico en lo que entonces se englobaba en el saco de la locura. Ya tratamos en estas páginas de un caso significativo con muerte enlas calles de Candelario[1] que debió de ser sonado por el expediente que generó a nivel legal. El artículo de hoy se centra en una mujer y en una hipotética locura…o no

7 de marzo de 2018

Becedas: entre los duques de Béjar y Teresa de Ávila





A Carmen Cascón, inductora del tema

     Poco de los duques, sus propietarios hasta el siglo XIX, y mucho del paso de la santa queda en esta localidad de Alto Tormes, cuyo nombre proviene de biezo (del galo bettios) que significa abedul, y lleva en su escudo, con corona real cerrada al timbre, tres de ellos de sinople puestos en faja y una iglesia de plata, en la que Francisco de Zúñiga y Mendoza, VII duque de Béjar y Plasencia, casó con su prima hermana Ana de Mendoza, III duquesa de Mandas y Villanueva y III marquesa de Terranova, el 13 de noviembre de 1616 (*)

 
Iglesia parroquial de Becedas, y su portada con los posibles retratos de los duques contrayentes a ambos lados debajo de la imagen central. Verpueblos.com y asturnatura.com

1 de marzo de 2018

El linaje y el escudo de los Duques de Béjar en el nacionalismo andaluz



Autor: Jorge Zúñiga Rodríguez

        De manos de Teresa Pérez de Guzmán y Guzmán, hija del III conde de Niebla y I duque de Medina Sidonia Juan Alonso Pérez de Guzmán, el señorío compuesto por las villas de Ayamonte, Lepe y La Redondela en la costa occidental de Huelva, pasó como dote en 1454 a su esposo Pedro de Zúñiga y Manrique de Lara, primogénito del I duque de Béjar Álvaro de Zúñiga y Guzmán. Incrementado con otros territorios, fue elevado a condado por la reina Isabel I, y más tarde a marquesado por el emperador Carlos V, en favor de Francisco de Zúñiga y Pérez de Guzmán, hijo de Pedro de Zúñiga y padre de Teresa de Zúñiga y Guzmán, III duquesa de Béjar. Esta rama nobiliaria constituyó la Casa de Ayamonte, vigente hasta hoy.

 
Escudo de la Casa de Ayamonte con las armas 
de Guzmán y Zúñiga

      Francisco Manuel Silvestre de Guzmán y Zúñiga (n. 1606), VI marqués de Ayamonte, fue asesinado en Segovia el 12 de diciembre de 1648 por orden del Rey de España, acusado de traición al apoyar la sublevación de Gaspar Alonso Pérez de Guzmán con finalidad de establecer la primera REPÚBLICA ANDALUZA, según un inserto de prensa publicado en 2009 por el Bloque Nacionalista Andaluz, que agrega: Los andaluces de conciencia no olvidamos su sacrificio. VIVA ANDALUCÍA LIBRE (universoandalucista.blogspot.com). Se trata de la llamada Conspiración de Andalucía, que tuvo lugar en 1641 [1].  

20 de febrero de 2018

Gil Laso: “En el arte, el tiempo no debe ser una limitación".



Autor: Manuel Álvarez-Monteserín Izquierdo
Publicado: Semanario Béjar en Madrid  (16/0/2018)



Se cumplen cien años de la gran devastación que sufrió la provincia de Salamanca y más concretamente la campiña armuñesa y sus poblaciones, entre las que se encuentra Valdunciel, población que vio nacer a Gil Antonio Laso Fraile, el 14 de febrero de 1912.  Son muchas las reseñas de la época recogidas en la prensa local y nacional como El Adelanto, diario de Salamanca, y el ABC de tirada nacional, que reflejan lo ocurrido en la provincia salmantina durante el día de San Pedro, 29 de junio de 1918.


Han bastado unos instantes de fatalidad cruelísima para que la campiña armuñesa, ubérrima y florida, rebosante de trigales, que granaban con la gloria de una esperanza, se hayan convertido en un páramo infecundo, lleno de tristes realidades y de desoladas inquietudes” (El adelanto, 1 de Julio de 1918).

Gil Laso, como le conocía todo el mundo, con sus padres y hermanos se trasladan a Béjar en busca de futuro en el año 1920, pues las tierras que cultivaba su padre, como colono en Valdunciel, habían quedado arrasadas y la hambruna era cada vez más palpable. Para gloria de Béjar este niño de 8 años se convertiría más tarde en el gran artista en la talla de la madera, en el padre de familia entusiasmado con la vida, a pesar de los duros momentos que le tocó vivir, con guerra civil incluida y en un gran  protector de lo suyo.

14 de febrero de 2018

De cómo dos mozalbetes provocaron un conflicto entre la Iglesia y el Consistorio un Miércoles de Ceniza



Autora: Carmen Cascón Matas
Publicado: Semanario Béjar en Madrid, nº 4.746 (5/02/2016), p. 4.

               De altercados graves, con ofensa hacia la autoridad pública o hacia la eclesiástica, se consideraban en épocas pretéritas asuntos que hoy calificaríamos de jocosos, dignos de risa. Cualquier acontecimiento podía suscitar la controversia entre las autoridades y no existía procesión, romería o misa solemne que no se saldara con una trifulca entre los miembros del clero y del Consistorio, dos estamentos enfrentados durante siglos que no veían la hora de manifestar sus diferencias públicamente. El Corpus[1] era el escaparate en que los bejaranos se miraban, en el que mostraban su poder el duque, el Cabildo y el Consistorio, por lo que año tras año se sucedían en él altercados por la colocación de sus integrantes o la precedencia de las crucesparroquiales de la Villa y Tierra[2]. Quizá fuese esta la ocasión más habitual para mostrar las diferencias en cuanto a poderío se refería, pero menudeaban otras como los Te Deums en acción de gracias por el nacimiento de un nuevo vástago en la familia ducal, la muerte de un rey[3] o la Semana Santa[4]. Las disputas se generaban por cualquier motivo, por trivial que fuese, por ejemplo a cuenta de la colocación en un acto público, bien sea en una columna en movimiento o en la distribución de asientos, para lo cual se seguía una estricta jerarquía que no era del agrado de todos, como se desprende de las continuas discusiones provocadas por una mala praxis en cuanto a este particular se refería. Poder y posición debían manifestarse claramente ante los ojos de los plebeyos, sin dudas ni rompimientos unilaterales

 Julian Fałat, Miércoles de Ceniza (1881)